
El Cake y su servidor hemos resuelto escribir una novela, a cuatro manos y en tiempo real, así que cada vez que la musa nos asalte colocaremos un extracto. Disfruténla y al final, ayúdenos a escoger el título.
Capítulo Primero
Toda su vida fue un perfecto y devoto satánico hasta el día en que Dios mismo se presentó en la puerta de su casa. Fue a la mañana siguiente de que la mujer de su vida le rompiera el corazón. La noche anterior, él estaba decidido a quitarse la vida y brindar por la traición de su novia con una copa de vino, en el Infierno, sentado a la izquierda del diablo.
Abrió la puerta después de que los golpes en la puerta estuvieran a punto de derribarla. Bajo las escaleras bien agarrado del barandal. La cabeza le punzaba al compás de sus pasos. Si no hubiera bebido tanta cerveza, quizá no se hubiera quedado dormido, sobre el teclado de la computadora, antes de cortarse las venas. En realidad se había dispuesto a escribir una novela, una historia de vampiros influenciada por Ismael Rodriguez y Pedro Infante; la llamaría Nosotros los muertos, ustedes los vivos.
Tenía boca seca y las manos dormidas. No había tecleado más que el título, que palpitaba desde la noche anterior en el monitor de su laptop, pero estaba seguro que se trataría de una gran historia. Sin embargo, no la escribiría porque esta noche sí iba a matarse, sin interrupciones.
No podría vivir sabiendo que su novia se había acostado con otro y menos aún, si el 'sancho' era un sacerdote. Eso sí era el colmo. ¿Qué cuentas le daría él a Satanás? El Señor de la Oscuridad no le perdonaría haberse dejado meter semejante gol de parte del enemigo.
Abrió la puerta de su casa justo antes de que la persona del otro lado descargara otro golpe en su superficie, por lo que el puño del extraño se estrelló en la nariz de Christian y lo mandó de espaldas contra la alfombra.
-¡Perdóname!- le gritó el otro y corrió a ayudarlo. Se puso en cuclillas y le examinó la nariz.
Christian se llevó las manos al rostro. Cuando las quitó, las encontró manchadas de sangre.
-¡Me partiste la madre... cabrón!
El extraño, que era un viejo barbado vestido por completo de blanco y con un casco adornando su cabeza, le respondió:
-Espérate, ¡orita te curo...!
Con la resaca arrastrando como la cadena de un fantasma, pero Christian se puso de pie ágilmente y aventó al extraño para atrás.
-¡Tú a mí no me vuelves a tocar!
Detrás del extraño, afuera de la casa, había una Harley Davidson impecable con el motor encendido. Sonaba como una guitarra con distorsionador en medio de la mañana.
-Pero si hasta he resucitado a los muertos, tu nariz es pan comido para mí.
Christian se quedó helado. ¿Resucitar a los muertos? ¿Una moto? ¡Guau!, se dijo sin dejar de sobarse la nariz, ¡Entonces Él, verdaderamente, había vuelto en una Harley!
-¿Qué quieres?- le preguntó Christian a Dios.
El viejo se sonrió y respondió:
-Invitarte a que escuches a mi banda de metal.
Junto a la Harley vacía de dios, se instalaron dos querubines peinados como mohicanos. En la frente, tenían tatuado un versículo del Apocalipsis que Christian reconoció de inmediato.
Se limpió la sangre y los invitó a pasar.
Abrió la puerta después de que los golpes en la puerta estuvieran a punto de derribarla. Bajo las escaleras bien agarrado del barandal. La cabeza le punzaba al compás de sus pasos. Si no hubiera bebido tanta cerveza, quizá no se hubiera quedado dormido, sobre el teclado de la computadora, antes de cortarse las venas. En realidad se había dispuesto a escribir una novela, una historia de vampiros influenciada por Ismael Rodriguez y Pedro Infante; la llamaría Nosotros los muertos, ustedes los vivos.
Tenía boca seca y las manos dormidas. No había tecleado más que el título, que palpitaba desde la noche anterior en el monitor de su laptop, pero estaba seguro que se trataría de una gran historia. Sin embargo, no la escribiría porque esta noche sí iba a matarse, sin interrupciones.
No podría vivir sabiendo que su novia se había acostado con otro y menos aún, si el 'sancho' era un sacerdote. Eso sí era el colmo. ¿Qué cuentas le daría él a Satanás? El Señor de la Oscuridad no le perdonaría haberse dejado meter semejante gol de parte del enemigo.
Abrió la puerta de su casa justo antes de que la persona del otro lado descargara otro golpe en su superficie, por lo que el puño del extraño se estrelló en la nariz de Christian y lo mandó de espaldas contra la alfombra.
-¡Perdóname!- le gritó el otro y corrió a ayudarlo. Se puso en cuclillas y le examinó la nariz.
Christian se llevó las manos al rostro. Cuando las quitó, las encontró manchadas de sangre.
-¡Me partiste la madre... cabrón!
El extraño, que era un viejo barbado vestido por completo de blanco y con un casco adornando su cabeza, le respondió:
-Espérate, ¡orita te curo...!
Con la resaca arrastrando como la cadena de un fantasma, pero Christian se puso de pie ágilmente y aventó al extraño para atrás.
-¡Tú a mí no me vuelves a tocar!
Detrás del extraño, afuera de la casa, había una Harley Davidson impecable con el motor encendido. Sonaba como una guitarra con distorsionador en medio de la mañana.
-Pero si hasta he resucitado a los muertos, tu nariz es pan comido para mí.
Christian se quedó helado. ¿Resucitar a los muertos? ¿Una moto? ¡Guau!, se dijo sin dejar de sobarse la nariz, ¡Entonces Él, verdaderamente, había vuelto en una Harley!
-¿Qué quieres?- le preguntó Christian a Dios.
El viejo se sonrió y respondió:
-Invitarte a que escuches a mi banda de metal.
Junto a la Harley vacía de dios, se instalaron dos querubines peinados como mohicanos. En la frente, tenían tatuado un versículo del Apocalipsis que Christian reconoció de inmediato.
Se limpió la sangre y los invitó a pasar.
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