
Allí viene. Arrastrando tan cabrón su sexualidad que deja un rastro fuertísimo de feromonas. Le urge bajarme los pantalones. Quiere saturarse de mí, de esa semilla inútil que nunca crecerá por muy fértil que sea la tierra. La comezón ha regresado a mi espalda…
El sudor se está precipitando de mi cara. Mis ojos denotan miedo y ella ya lo olió. Sus pupilas crecieron como la luna llena y adoptaron su color pálido. Mi temor la excita y su andar se ha convertido en un acecho ¿Necesito condones?
No me alcanzo a rascar justo donde la comezón carcome mi espalda. Qué mamada. ¿Mamada? Si, claro. Me gustan. Los perros de la calle han comenzado a ladrar como locos. Veo sombras en las paredes. Ella ha comenzado a mordisquearme el cuello; sus pezones rozan con mi pecho que sube y baja como la luna juega con las mareas. ¡Que nalgas, Dios mío! Perdóname padre, porque estoy apunto de pecar
Ella ha encendido la mecha en mi entrepierna. La comezón de la espalda se ha convertido el dolor. Me toco. Mi mano se ha pintado de rojo. Ella ha olido mis entrañas y ronronea como un león hambriento. Lame mi mano, ahora los dedos. Su boca se ha detenido en el dedo que más sangre tiene y chupa. Chupa un solo dedo. Me toco la frente y siento fiebre. Estoy alucinando…
Ahora que la penetro me doy cuenta de que lo mío no es andar cuidando almas idiotas que gracias a su fuero, llamado vulgarmente, libre albedrío, hacen lo que menos les conviene; o hacen algo que si, pero a costa de los demás ¡Ouch! Me está mordiendo la pierna. Voy a soltar a las ovejas para que sean libres. La comezón se ha ido, que extraño.
Yo de pié, ella hincada a comenzado a chuparme. Me la mama con un locura mórbida, parece que la quiere arrancar. Antes me había dicho si me eres infiel, te la voy a cortar para metérmela yo sola. Ya le comienzo a creer.
Siento que me vengo. No se que hace con la lengua que creo que…oigo pasos, ¡me vengo!
He tenido que retirar uñas de mi trasero. Ella se ha tendido en el sillón púrpura de la oficina. Tiene semen y sangre ya secos en la boca. Le lanzo una sotana para que se limpie.
-Creo que he cometido un error. Cambié mi camino, seguramente estoy condenado.
Ella se inclina un poco para deci qué más da. Dios ha de estar en otro pedo.
-Nos vieron. El chico que salió corriendo. Andaba de negro, cabellos morados.
-Era mi novio, un devoto satánico.
-Maldita. Ahora todos me señalarán. Se acabó.
-Vamos a un toquín, Adad… padre Adad.
El sudor se está precipitando de mi cara. Mis ojos denotan miedo y ella ya lo olió. Sus pupilas crecieron como la luna llena y adoptaron su color pálido. Mi temor la excita y su andar se ha convertido en un acecho ¿Necesito condones?
No me alcanzo a rascar justo donde la comezón carcome mi espalda. Qué mamada. ¿Mamada? Si, claro. Me gustan. Los perros de la calle han comenzado a ladrar como locos. Veo sombras en las paredes. Ella ha comenzado a mordisquearme el cuello; sus pezones rozan con mi pecho que sube y baja como la luna juega con las mareas. ¡Que nalgas, Dios mío! Perdóname padre, porque estoy apunto de pecar
Ella ha encendido la mecha en mi entrepierna. La comezón de la espalda se ha convertido el dolor. Me toco. Mi mano se ha pintado de rojo. Ella ha olido mis entrañas y ronronea como un león hambriento. Lame mi mano, ahora los dedos. Su boca se ha detenido en el dedo que más sangre tiene y chupa. Chupa un solo dedo. Me toco la frente y siento fiebre. Estoy alucinando…
Ahora que la penetro me doy cuenta de que lo mío no es andar cuidando almas idiotas que gracias a su fuero, llamado vulgarmente, libre albedrío, hacen lo que menos les conviene; o hacen algo que si, pero a costa de los demás ¡Ouch! Me está mordiendo la pierna. Voy a soltar a las ovejas para que sean libres. La comezón se ha ido, que extraño.
Yo de pié, ella hincada a comenzado a chuparme. Me la mama con un locura mórbida, parece que la quiere arrancar. Antes me había dicho si me eres infiel, te la voy a cortar para metérmela yo sola. Ya le comienzo a creer.
Siento que me vengo. No se que hace con la lengua que creo que…oigo pasos, ¡me vengo!
He tenido que retirar uñas de mi trasero. Ella se ha tendido en el sillón púrpura de la oficina. Tiene semen y sangre ya secos en la boca. Le lanzo una sotana para que se limpie.
-Creo que he cometido un error. Cambié mi camino, seguramente estoy condenado.
Ella se inclina un poco para deci qué más da. Dios ha de estar en otro pedo.
-Nos vieron. El chico que salió corriendo. Andaba de negro, cabellos morados.
-Era mi novio, un devoto satánico.
-Maldita. Ahora todos me señalarán. Se acabó.
-Vamos a un toquín, Adad… padre Adad.
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